En los barrios populares existen espacios que cumplen el rol de contención y de refugio, son sitios que fortalecen los vínculos entre vecinos y que refuerzan el sentido de pertenencia. Allí, desde 2020, un equipo del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) lleva adelante mejoras edilicias que impactarán de manera positiva en la vida de miles de familias de tres asentamientos informales de la ciudad de Córdoba.
Estos proyectos, cuentan con el acompañamiento de la Asociación de Vivienda Económica (AVE) que participa con la producción e instalación de 40 módulos de mesadas de hormigón estucado para ser colocados en cocinas de los barrios Nueva Esperanza, El Milagro y Pueblos Unidos.
“Consideramos fundamental crear y fortalecer vínculos con diferentes actores que se dedican a pensar la construcción con compromiso, que trabajan en pos de la equidad y el acceso tanto a la vivienda como a una calidad de vida más justa para todos y todas”, comenta Lucrecia Monllor, militante de la organización y parte de la oficina popular del equipo técnico del MTE.
Así, el mobiliario de AVE permitirá mejorar las condiciones de trabajo de las 15 mujeres que atienden el Comedor Wawas Warmi (Barrio Esperanza) donde asisten 160 personas; de las 8 trabajadoras del comedor Una Pizca de Amor (Barrio El Milagro) que recibe más de 200 vecinos y vecinas; y del grupo de mujeres panaderas de la Casa de Mujeres sin Fronteras, que mudarán su cocina a un espacio propio donde también tendrán comedor, salón de usos múltiples (SUM) y refugio para víctimas de violencia de género.
“Los espacios comunitarios en los barrios son fundamentales porque permiten la socialización de las tareas del cuidado y de los puestos de trabajo, se fortalecen los vínculos entre vecinos, sirven como espacio de formación, de actividades diversas y generan pertenencia y apropiación”, agrega Monllor.
Además de mejorar radicalmente las cocinas de comedores comunitarios el proyecto del MTE busca tener un alcance mayor y apuesta a construir un edificio de 4 pisos con planta modular y flexible donde también habrá SUM, jardín de infantes, aulas para formación y un espacio de refugio para mujeres víctimas de violencia de género en el barrio Esperanza.
“En el Barrio El Milagro el edificio es de 600 metros cuadrados y contará con comedor, SUM, jardín de infantes, un invernadero para la huerta y taller productivo de carpintería”, señala Monllor y comenta que en el caso del barrio Pueblos Unidos el cambio será enorme porque pasarán de reunirse en una casa particular a tener un espacio propio que les permite accionar distintas actividades en beneficio de sus habitantes.
El proyecto de mejoras edilicias en estos barrios se financia con el fondo de integración socio-urbana otorgado en por la ex-Secretaria de Integración Socio Urbana que se ocupó de motorizar las urbanizaciones relegadas en barrios populares.
“Actualmente, estos fondos que nos permitían trabajar con los vecinos y vecinas de los barrios populares se encuentran frenado y eso mismo ha frenados el trabajo de proyectos de integración socio-urbana en todo el país”, señala.
La labor de AVE
“Contamos con una planta productora, un espacio cubierto de 350 metros cuadrados, y un equipo especializado en la producción de componentes constructivos”, señala Veronica Greppi, secretaria de AVE, y agrega que allí se desarrollan componentes premoldeados para dar respuesta a demandas de mejoras habitacionales.
En los proyectos con los que AVE se vincula participa personal técnico y profesional del Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE) que asesora, acompaña iniciativas y busca respuestas para dar soluciones a problemáticas habitacionales.
En ocasiones, dependiendo de las necesidades y demandas en la generación de componentes, la Asociación brinda trabajo a personas que a lo largo de este tiempo ha ido capacitando.
“Desde AVE sumamos esfuerzos para aportar a un hábitat digno y justo, construido en base al trabajo cooperativo y solidario”, concluye Julian González Laria, presidente de AVE.